Jeremías Bentham (1748-1832). Filósofo inglés considerado padre y desarrollador del eudemonismo o utilitarismo social, consistente en buscar la felicidad para el mayor número de personas, tal y como expresa en su obra Introducción a los principios de la legislación y las costumbres (1789). La felicidad se halla en el placer y es opuesta al dolor, y el hombre, la Ética y las normas jurídicas se mueven bajo ese supuesto. Cualquiera de los actos (incluyendo aquí no sólo los actos individuales, sino también a los grupos políticos y a las demás instituciones) humanos debe ser enjuiciado y considerado dependiendo de la utilidad que posea, dependiendo por tanto, de la cantidad de felicidad que produzca.
Estas teorías utilitaristas tuvieron gran influencia en política, sobre todo en el parlamento británico, donde se generó una corriente utilitarista. También en ciencias sociales, se ha reconocido la influencia de Bentham en las teorías económicas que defienden la subjetividad en el valor económico: marginalismo o teoría del valor basado en la utilidad marginal, &c.
Por encargo de Jorge III, Jeremías Bentham participó en la reforma del sistema penitenciario. Para ello ideó un tipo de cárcel revolucionaria, el panóptico, en la cual, el oscuro y frío calabozo tradicional, era sustituido por unas celdas de paredes transparentes en función de un determinado ideal de economía de la vigilancia: un sólo vigilante real debía bastar para mantener el orden en cada fábrica o en cada penitenciaría. Foucault interpretó el aspecto de la iluminación del panóptico, como manifestación de la razón ilustrada en oposición al oscurantismo escolástico, contrarreformista y barroco, olvidando a nuestro juicio, que si las celdas o las paredes de las fábricas eran transparentes en el ideal panóptico, no era para que "entraran las luces de la razón", sino más bien, para no perder ni un segundo de producción y control, en una época en la que todavía no se podía perforar los cuerpos opacos con cámaras de televisión.
Jeremías Bentham fue momificado y expuesto en la Sala de Profesores de la Universidad de Londres por expreso deseo suyo. Allí se le puede observar todavía hoy.
La ética de Jeremy Bentham.
¿Para qué sirve hacer el bien? Para volvernos mejores y así hacer lo que debemos hacer. Pero nos hacemos mejores por simple utilización del bien. Por eso el cástigo ejemplar no le sirve para nada más bien conviene encontrar una eficacia en el castigo que sirva para rehabilitar a quien ha realizado una mala acción.
Me parece muy sugerente una idea como esta hoy en dia que muchas voces se escuchan para pedir más penas y castigos e incluso el retorno a la pena de muerte. El castigo no debe ser entendido como un símbolo social o una analogía para quien no sabe cumplir la ley. La ley no se debe entender como una forma de ejercer el poder sobre los demás sinó como una forma de rehabilitar quien no sabe lo que hace. Se trata de naturalizar el sentido del bien como un valor útil y práctico para la sociedad en su mayoría. Bentham no entiende un bien como el que propone Platón porque no es alcanzable ni eficaz para la sociedad. Todo aquello que es universal y trascendental es esquivo , es escurridizo y tiende a ser ingerido por cada persona como ella quiera. El bien debe ser algo empírico socialmente. Así el utilitarismo de este autor como el de Mill siguen la tradición anglosajona de David Hume. La moral no puede ser un producto de las fábulas y las ficciones como pretendian Platón y Descartes.
Debe existir un realismo en el actuar bien que no esté alejado de la vida misma. ¿Qué es el bien, la verdad o la justícia? No son palabras vacías como hasta David Hume se hacía creer. Debemos utilizar un lenguaje moral concreto y práctico que nos sirva para situarnos en los actos mismos y la experiencia social. Su moral es legislativa y el bien es legislador para la sociedad. El principio de la ética utilitarista parte de que cualquier acto dirigido a la felicidad de todos aquellos que lo reciben determina su rectitud. Por eso las consecuencias de una acción buena deben poder ser valoradas.
¿Qué clase de bien sirve a la mayoría? La estadística puede dar razones para dirigir la acción hacía el bien. Si un acto se repite y causa beneficio a la sociedad significará que es bueno y conveniente. Es así como el riesgo y las ventajas son categorias estadísticas que permiten dirigir las acciones al bien común. Pero en este catalogar todas las acciones valorando sus consecuencias y sus resultados , Bentham acabó siendo un auténtico estúpido al servicio de la burgesía. ¿Podemos catalogarlo todo? En el fondo siguiendo esta lógica de los resultados mejores existe un cierto despotismo que acaba obligándonos siempre a una acción buena. Si todo se dedica a su uso exclusivo se incrementa el número de acciones. ¿Pero es útil la utilidad de hacer el bien ?
Jeremy Bentham (1748-1832)
Moralista y jurisconsulto inglés. En su teoría ética, reducía los motivos de la conducta al placer y al dolor; la moralidad, al acto útil (Utilitarismo). La moralidad, según Bentham, puede ser calculada matemáticamente como balance de satisfacciones y sufrimientos, resultado de determinadas acciones cualesquiera que sean. En Bentham, el carácter metafísico y mecanicista en la concepción de la moralidad («aritmética moral») se completa con la apología franca de la sociedad capitalista, por cuanto se declara que la satisfacción del interés particular («principio del egoísmo») es el medio que permite «lograr la mayor felicidad para el mayor número de personas» («principio del altruismo»). Criticaba la teoría del derecho natural. Negaba la «religión natural», que construía el concepto de Dios por analogía con los soberanos de la tierra, y defendía la «religión revelada». En la teoría del conocimiento, era nominalista. Sobre la base de los manuscritos de Bentham, Boole formuló la teoría de la cuantificación del predicado. Obra principal: «Deontología o ciencia de la moral» (1834).
JOHN STUART MILL:
Filósofo y economista inglés. Era el hijo mayor de James Mill, quien, con mucho cuidado, aunque no con mucha ternura, asumió la tarea de su formación espiritual y promovió su desarrollo intelectual, extraordinariamente precoz. En su «Autobiografía» (1873) describió la esmerada educación que había recibido de su padre, comenzando a estudiar griego a los tres años y latín a los ocho. A los 15 años, ya ampliamente instruido en una extensa gama de materias, que incluían economía, historia, filosofía e incluso alguna de las ramás de las ciencias naturales, leyó, por primera vez, a Bentham, quien, junto con su padre, le instruyeron en las ideas utilitaristas. Desde esta primera lectura de Bentham (1812), Stuart Mill se sintió un reformador del mundo.
A los diecisiete años, en 1823, ingresó como empleado en la Compañía de las Indias, donde, más tarde, alcanzó un puesto de gran responsabilidad y permanecio en ella hasta su retiro en 1853. En el otoño de 1826, sufrió una grave crisis de desaliento, debido a que se dio cuenta de que había graves fallos en la teoría de Bentham. Pudo salir de aquella crisis, admitiendo que la felicidad no se obtiene haciendo de ella un objetivo de la vida, sino más bien dedicándose a otro objetivo que pueda concentrar en sí las energías internas del hombre. Al mismo tiempo, se vio sometido a nuevas influencias, entre las que contaron las ideas de Wordsworth, Coleridge, Carlyle, los saint-simonianos y Comte. También sufrió un profundo cambio su concepción de las cuestiones políticas y sociales, logrando apreciar la división saint-simoniana de la historia en épocas orgánicas y críticas.
Entre 1830 y 1840, publicó varios artículos que contenían signos manifiestos de su cambio de punto de vista. Son especialmente notables, entre otros, la serie titulada «The Spirit of the Age» (1831), el ensayo «Civilización» (1836) y sus estudios sobre Bentham (1838) y Coleridge (1840). Su juicio sobre Bentham es especialmente interesante, al manifestarse en el algunas diferencias vitales que habían de distinguir a Bentham de sus educadores.
Alabó la contribución de Bentham a la filosofía del Derecho y su trabajo en pro de las reformás de las instituciónes jurídicas, admiró su principio metodológico, pero rechazó una concepción del hombre, que, según decía, no ofrece lugar para la consecución de la perfección espiritual como un fin en sí misma. Además, la teoría de gobierno de Bentham, según Mill, ignora los peligros que pueden surgir de la despótica opinión pública y la importancia que tiene el establecer un sistema de frenos a la voluntad de la mayoría. La nueva actitud de Mill respecto a estos temás estrechamente relaciónados se vio sólidamente confirmada por una cuidadosa lectura del libro de Tocqueville, «La democracia en América».
Entre sus obras destacan, «Sistema de Lógica», que se publicó en 1843 y «Principios de economía política», aparecida en 1848. Con estas dos obras quedó firmemente asentada la fama de Mill como gran pensador de su tiempo. Las siguientes ediciónes de «Política Económica» mostraron una simpatía más acusada en favor del socialismo y de las exigencias de la clase trabajadora. «Sobre la libertad» (1859) salió a la luz al año siguiente de la muerte de su esposa y él insistió que se trataba de una obra conjunta. Respecto al tema político su principal obra fue «Consideraciónes sobre el gobierno representativo», que apareció en 1861, el mismo año en que escribió para la revista «Fraser's Magazine» una serie de ensayos sobre filosofía moral que se convirtieron en un libro, «Utilitarismo», en 1863. Los más notables de sus restantes trabajos son: «Augusto Comte y el Positivismo» (1865), «Las servidumbres de las mujeres» (1869).
Desde 1865 a 1868 fue representante en el Parlamento por el distrito de Westminster.
Stuart Mill es recordado y estudiado todavía sobre todo en el campo de la economía política.
http://filosofiaenlinares.blogspot.com/2009/06/jeremy-benthamib.html
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