La música en la vida franciscana
San Francisco y la música
"Ebrio de amor compasivo por Cristo, San Francisco exteriorizaba así sus sentimientos: la dulce melodía espiritual que bullía en su interior, la expresaba frecuentemente en francés, y el soplo del susurro divino que furtivamente percibía en su oído estallaba en júbilo, manifestado en la misma lengua.
A veces tomaba un palo del suelo, lo apoyaba en el brazo izquierdo y, con otro palo en la mano derecha, lo rasgueaba, a modo de arco, como si de un violín u otro instrumento se tratara; y cantaba a Jesucristo con gestos acompasados.
Todo ese regocijo terminaba, finalmente, en lágrimas, y el júbilo se deshacía en compasión por la pasión de Cristo.
Con eso exhalaba continuos suspiros y, redoblando sus gemidos, se olvidaba de lo que traía entre manos y se quedaba absorto, mirando al cielo".
(Espejo de Perfección, 93)
Testimonios...
Franz Liszt (1811 -1886)
Franz Liszt a finales del 1847 abandonó su carrera concertista y se estableció en Weimar, como director de la Capilla de Corte; durante casi una década se dedicó a la composición, a la dirección de orquesta y a la enseñanza.
Se hizo Terciario franciscano en 1857, estrechando sus lazos con el Santo de Asís, de quien llevaba el nombre de Franz.
En 1861 Liszt salió de Weimar para establecerse en Roma, que se convirtió en su residencia habitual hasta la muerte, y en 1865 recibió la tonsura y las órdenes menores como franciscano.
Como explicó el mismo Liszt a Hans von Bulow, otro célebre pianista, en 1865, este gesto suyo no fue una conversión propiamente dicha, sino la consecuencia natural de su manera de vivir: "Sin la música -dirá poco antes de morir- me habría entregado totalmente a la Iglesia y habría sido simplemente un fraile franciscano. Las aspiraciones de mi juventud y las de mi vejez se han encontrado".
El conocimiento de los frailes franciscanos tuvo lugar a partir de 1823. Aquella primera visita a los franciscanos quedó bien impresa en el ánimo del joven Liszt, que volverá a ellos buscando descanso para su alma, a veces exaltada, perdida, agitada.
Las relaciones con el convento, quedan bien resaltadas por el hecho de que dedicó la misa a 4 voces y órgano, compuesta en 1848.
Su vocación religiosa se manifestó ya en la adolescencia, de lo que fue disuadido por el padre, el confesor y los amigos. Su atracción por la vida religiosa se adormeció desde su encuentro con mujeres que aparecieron en su vida, y se distrajo de su sentir profundo, que nunca le faltó. Liszt coronará este deseo suyo el 11 de abril de 1858, cuando fue recibido solemnemente en la Orden franciscana (seglar) en el convento de Pest.
La devoción por el Pobrecillo de Asís llevará a Liszt a viajar a Umbria, para visitar la ciudad de San Francisco
Llegado a la Basílica de San Francisco, Liszt se queda extasiado, admirando los frescos de Cimabue y las cuatro velas sobre el altar mayor de la basílica inferior.
De la meditación y el recogimiento surgió en la mente del músico la inspiración para componer el motete "Mihi autem adharere", ofertorio de la Misa de San Francisco, la antífona Tota Pulchra que cada año se canta en las iglesias franciscanas el día de la Inmaculada.
La lectura de las Florecillas de San Francisco, del Cántico de las Criaturas, le inspiraron la composición de dos piezas para piano: El Cántico de las Criaturas de San Francisco y la Leyenda de San Francisco que predica a los pájaros.
Ante todo el sentirse en contacto íntimo con la humanidad y con la naturaleza en general. Él escribe: "Yo no vivo para mí mismo, sino que me hago parte de todo lo que me rodea". Decía además que "la música es una de las manifestaciones humanas, por lo que es inseparable de la vida de la humanidad, y hay que considerarla en estrecha relación y en intercambio recíproco con ella".
Fr. G. Magrino Ofmconv. - Traducción de Fr. T. Gálvez
A veces tomaba un palo del suelo, lo apoyaba en el brazo izquierdo y, con otro palo en la mano derecha, lo rasgueaba, a modo de arco, como si de un violín u otro instrumento se tratara; y cantaba a Jesucristo con gestos acompasados.
Todo ese regocijo terminaba, finalmente, en lágrimas, y el júbilo se deshacía en compasión por la pasión de Cristo.
Con eso exhalaba continuos suspiros y, redoblando sus gemidos, se olvidaba de lo que traía entre manos y se quedaba absorto, mirando al cielo".
(Espejo de Perfección, 93)
Testimonios...
Franz Liszt (1811 -1886)
Franz Liszt a finales del 1847 abandonó su carrera concertista y se estableció en Weimar, como director de la Capilla de Corte; durante casi una década se dedicó a la composición, a la dirección de orquesta y a la enseñanza.
Se hizo Terciario franciscano en 1857, estrechando sus lazos con el Santo de Asís, de quien llevaba el nombre de Franz.
En 1861 Liszt salió de Weimar para establecerse en Roma, que se convirtió en su residencia habitual hasta la muerte, y en 1865 recibió la tonsura y las órdenes menores como franciscano.
Como explicó el mismo Liszt a Hans von Bulow, otro célebre pianista, en 1865, este gesto suyo no fue una conversión propiamente dicha, sino la consecuencia natural de su manera de vivir: "Sin la música -dirá poco antes de morir- me habría entregado totalmente a la Iglesia y habría sido simplemente un fraile franciscano. Las aspiraciones de mi juventud y las de mi vejez se han encontrado".
El conocimiento de los frailes franciscanos tuvo lugar a partir de 1823. Aquella primera visita a los franciscanos quedó bien impresa en el ánimo del joven Liszt, que volverá a ellos buscando descanso para su alma, a veces exaltada, perdida, agitada.
Las relaciones con el convento, quedan bien resaltadas por el hecho de que dedicó la misa a 4 voces y órgano, compuesta en 1848.
Su vocación religiosa se manifestó ya en la adolescencia, de lo que fue disuadido por el padre, el confesor y los amigos. Su atracción por la vida religiosa se adormeció desde su encuentro con mujeres que aparecieron en su vida, y se distrajo de su sentir profundo, que nunca le faltó. Liszt coronará este deseo suyo el 11 de abril de 1858, cuando fue recibido solemnemente en la Orden franciscana (seglar) en el convento de Pest.
La devoción por el Pobrecillo de Asís llevará a Liszt a viajar a Umbria, para visitar la ciudad de San Francisco
Llegado a la Basílica de San Francisco, Liszt se queda extasiado, admirando los frescos de Cimabue y las cuatro velas sobre el altar mayor de la basílica inferior.
De la meditación y el recogimiento surgió en la mente del músico la inspiración para componer el motete "Mihi autem adharere", ofertorio de la Misa de San Francisco, la antífona Tota Pulchra que cada año se canta en las iglesias franciscanas el día de la Inmaculada.
La lectura de las Florecillas de San Francisco, del Cántico de las Criaturas, le inspiraron la composición de dos piezas para piano: El Cántico de las Criaturas de San Francisco y la Leyenda de San Francisco que predica a los pájaros.
Ante todo el sentirse en contacto íntimo con la humanidad y con la naturaleza en general. Él escribe: "Yo no vivo para mí mismo, sino que me hago parte de todo lo que me rodea". Decía además que "la música es una de las manifestaciones humanas, por lo que es inseparable de la vida de la humanidad, y hay que considerarla en estrecha relación y en intercambio recíproco con ella".
Fr. G. Magrino Ofmconv. - Traducción de Fr. T. Gálvez
No hay comentarios:
Publicar un comentario