INTRODUCCIÓN
En 1989 el estreno de “La Sirenita” devolvió al cine de animación la presencia que había perdido dentro de la industria del cine a lo largo de la década de los 70 y los 80. La Disney volvía a ser cabeza de cartel con producciones aplaudidas por críticos y espectadores como “La Bella y la Bestia” o “Aladdin”, y el resto de los estudios quisieron apuntarse a esta nueva etapa. Algunos intentaron crear su propio departamento de animación, otros firmaron acuerdos con pequeñas empresas para que se encargaran de producir estas películas. Posteriormente, el estreno en 1995 de “Toy Story” volvió a revolucionar el medio, y de nuevo todos los estudios buscaron la forma de explorar los nuevos horizontes que ofrecía la animación digital.
A mediados de los 90 la Twentieth Century Fox fundó Fox Animation Studios, creando películas como “Anastasia” o “Titan A.E.”, sin embargo, el estudio descubrió que le era más rentable y cómodo contar con una empresa autónoma que se encargara de realizar sus producciones animadas. Con la competencia de la Disney, Pixar y Dreamworks Animation, la Fox encontró la opción perfecta en un pequeño estudio llamado Blue Sky, creado por un joven animador llamado Chris Wedge, y que hasta entonces se había limitado a colaborar en otras producciones de imagen real, elaborando apartados de efectos especiales en películas como “Alien Resurrection” o “Star Trek: Insurrección”. Blue Sky había colaborado en la realización de “Titan A.E.”, pero su verdadero despegue fue en 1998 gracias a un cortometraje, “Bunny”, dirigido por Wedge, y ganador del Oscars al Mejor Corto de Animación de ese año.
EL NACIMIENTO DE UNA FRANQUICIA
A continuación, ya con el apoyo de la Fox, Blue Sky pasó a producir su primer largometraje de animación digital “La Edad de Hielo”, dirigido por Chris Wedge y su socio Carlos Saldanha y estrenado en 2002. Esta cinta que nos presentaba el periplo de un extraño grupo formado por un mamut, un perezoso y un tigre dientes de sable para devolver un bebé humano a su tribu, apostaba por un tipo de humor blanco, dirigido principalmente a los más pequeños, y que fusionaba las ventajas de las nuevas tecnologías con una filosofía del mundo de la animación clásica, heredera de los cortos que acompañaban las producciones matinales en los cines durante la década de los 50 y los 60. Si bien la película estaba lejos de alcanzar los logros técnicos realizados por la Pixar, no se podía negar el tremendo amor hacia el medio por parte de sus creadores que destilaba la cinta. Otro punto a favor era el interés del estudio por ofrecer una historia que no fuera meramente un entretenimiento para toda la familia, sino que también sirviera para transmitir ideas y valores a los más pequeños, una filosofía que, como veremos a continuación, ha permanecido imperturbable en sus trabajos posteriores.
Wedge y Saldanha pusieron todo el esfuerzo en la creación de unos personajes que resultaran atractivos para el público y que, al mismo tiempo, ofrecieran esa ternura, humor y sentido de camaradería que necesitaba la historia. Lo que no podían esperar era que de esos personajes, el que realmente se llevara el gato al agua fuera una pequeña ardilla llamada Scrat, que jugaba un papel secundario en la historia, protagonizando algunas escenas de transición en las que perseguía fútilmente una inalcanzable bellota. Este personaje tuvo tan buena aceptación que el propio Saldanha realizó de manera inmediata un corto exclusivo de Scrat para saciar las demandas de los fans. “La Edad de Hielo” fue un gran éxito comercial, recibió críticas muy positivas y estuvo nominada a los Oscars en el apartado de mejor largometraje de animación, perdiendo ante la imbatible presencia de Hayao Miyazaki y su “Viaje de Chihiro”.
CRECIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL ESTUDIO
Lógicamente, ante este éxito, la Fox enseguida demandó al estudio una secuela, sin embargo, Wedge y Saldanha ya estaban inmersos en otro proyecto, “Robots”, cinta futurista, protagonizada exclusivamente por androides. Si bien estéticamente la cinta suponía una ruptura con respecto a la anterior, en el resto de los aspectos mantenía una misma línea, especialmente en lo referente al tipo de humor utilizado que mezclaba el slapstick con los juegos visuales heredados de las Silly Symphonies de la Disney. Si en la anterior el tema principal era la importancia de la familia pese a las diferencias internas y los choques de personalidad de sus miembros, aquí se tocaba también el tema de las grandes corporaciones y la deshumanización del mundo de los negocios. El éxito de “La Edad de Hielo” fructificó aquí en forma de una animación más compleja y cuidada, con un gran despliegue de colorido y formas. Este nuevo trabajo volvió a ser un éxito, confirmando la viabilidad de la fórmula de Blue Sky, sin embargo, sus personajes carecían del desbordante carisma y el encanto de Manny, Sid, Diego y Scrat.
En 2006 se estrenaba “Ice Age 2: El Deshielo”, película en la que se aplicó la máxima de toda secuela en Hollywood, es decir, ofrecer más de lo mismo, pero en mayores cantidades y con una producción más ambiciosa. El carácter de los personajes se mantuvo inalterable, se amplió la presencia de Scrat en pantalla, además de darle nuevamente el protagonismo en un nuevo cortometraje, y, como elemento novedoso, se introdujeron nuevos personajes protagonistas que ampliaran la familia inicial: la mamut Ellie y una pareja de animosas zarigüeyas llamadas Crash y Eddie. En esta ocasión el objetivo del grupo era alcanzar una especie de arca de Noé que las salvara de la inundación que estaba a punto de producir el deshielo, un argumento que dio pie para introducir algunos apuntes ecologistas en la trama, desarrollando esa filosofía didáctica y entretenida de las películas de Blue Sky. Una vez más el apartado técnico de la película ofreció un empaque más trabajado y vistoso, pero aún inferior a los de sus principales competidores, sin embargo, esto no fue obstáculo de cara a su éxito comercial. La cinta superó los ingresos de las dos anteriores producciones de Blue Sky, aumentando el espectro de espectadores, gracias a la progresiva incorporación de nuevos fans, tanto niños como adultos, a las aventuras de estos personajes prehistóricos.
INNOVAR O ENCASILLARSE, HE AHÍ LA CUESTIÓN
El siguiente proyecto de Blue Sky supuso una ruptura con las tres anteriores películas. Se trataba de la adaptación de uno de los más populares relatos del famoso escritor de cuentos infantiles Dr. Seuss, “Horton y el Mundo de los Quién”. Éste era, sin duda, un proyecto arriesgado ya que esta historia contaba ya con una excepcional adaptación realizada por el maestro de la animación Chuck Jones en 1970. Además fue el primer largometraje de Blue Sky que no estuvo dirigido por Chris Wedge o Carlos Saldanha, sino por Jimmy Hayward, antiguo miembro del equipo de animación de Pixar, y Steve Martino, cuya experiencia cinematográfica se limitaba a labores de dirección artística en “Robots”. En este sentido, la película ofrecía una estética muy diferente a la marcada por las anteriores películas, pero tremendamente efectiva.
“Horton” resultó ser una excelente producción animada, visualmente deslumbrante, con un extraordinario juego del color, y unos personajes enternecedores. La historia ofrecía una lección sobre la importancia de la generosidad y el esfuerzo, frente a los radicalismos y la intolerancia, manteniendo esa defensa del estudio en la creación de un cine entretenido, pero también moralizante e instructivo. Desgraciadamente, si bien los resultados en taquilla fueron excelentes, su recaudación fue inferior a la de “Ice Age 2. El Deshielo”. Desde luego quedaba muy lejos de ser considerada un fracaso, pero estaba claro cuál era el producto taquillero de Blue Sky. Así que mientras Haywartd y Martino se encargaban de la producción de esta adaptación, Wedge y Saldanha se encargaron de iniciar la creación de una tercera parte de su franquicia estrella, “Ice Age 3. El Origen de los Dinosaurios”.
En esta tercera aventura, la manada volvía a ponerse en marcha para iniciar la búsqueda de algo (en este caso del perezoso Sid), repitiendo los esquemas habituales de cada personaje. Diego debía demostrar una vez más que pese a sus buenos sentimientos seguía siendo un depredador agresivo y sin miedo; pese a su naturaleza irritante Sid se las apañaba para lograr mantener al grupo unido; y Manny seguía teniendo conflictos internos debido a su necesidad de tener una familia (tras perder a su mujer y su hijo en la primera parte y encontrar otra pareja que le ayudara a repoblar de mamuts la tierra en la segunda, ahora se enfrentaba de nuevo a la llegada de la paternidad). Todo esto aderezado con las aventuras de Scrat en busca de su bellota, a lo que en esta ocasión se sumaba la aparición de Scrattie, su remedo femenino.
“Ice Age 3. El Origen de los Dinosaurios” se mantenía como un producto muy entretenido, pensado para hacer las delicias de los fans de los dos títulos anteriores y, especialmente, al público infantil. También ofrecía algunas novedades, tanto a nivel de personajes (con la introducción de la zarigüeya Buck, una mezcla entre Gollum y el capitán Ahab de Moby Dick, sin duda y con diferencia, lo mejor de la película), como a nivel técnico (se abandonaban los ambientes helados, permitiendo trabajar otras texturas muchas más complejas, y se apostaba por el uso del 3D, siendo una de las primeras producciones animadas en sumarse a este sistema ahora tan en boga). Sin embargo, pese a esto, sus creadores pecaron, una vez más, de optar por el camino fácil, ofreciendo al espectador más de lo mismo que había funcionado en las dos primeras partes, no atreviéndose a innovar y sacar a esta tercera parte del círculo vicioso que habían iniciado con “Ice Age. El Deshielo”, y dando como resultado una película predecible y reiterativa. Eso sí, el resultado en taquilla volvió a ser espectacular.
“RIO”. OLHA QUE COISA MAIS LINDA
Con el estreno de “Rio” Blue Sky intenta un nuevo cambio de rumbo para volver a quedarse donde estaba. Tras su paso por la trilogía de “Ice Age”, el director Carlos Saldanha quiso adentrarse en un proyecto más personal y rendirle tributo a su ciudad natal, Río de Janeiro. La cinta nos presenta las aventuras de Blu, un guacamayo azul criado en cautiverio y acomodado a su vida de ave domesticada, quien debe viajar a Brasil y reencontrarse con sus orígenes por el bien del futuro de su especie. Con un argumento ligero, la película sumerge al espectador en un mundo repleto de colorido y ritmo, donde el humor y la música se imponen a una visión más realista y cruda del país. Desgraciadamente, pese a los esfuerzos de Saldanha por evitar caer en el estereotipo, éste campa a sus anchas por toda la película. En ocasiones de manera acertada y necesaria (por ejemplo, el contraste entre la cálida Río de Janeiro y la gélida Minnesota o el clímax final durante la cabalgata de carnaval), pero en otras empobreciendo el conjunto de la película y rozando la barrera de lo ridículo con tal de hacer el chiste fácil (el guarda de seguridad que se arranca el uniforme desvelando su ajustado traje de carnaval, o el momento “Carmen Miranda” del bulldog Luis).
La relación del protagonista, Blu, con su dueña, Linda, es enternecedora por la forma en que ambos se han (sobre)protegido el uno al otro del mundo exterior. Pese a vivir en su propia torre de marfil, ambos tienen la suficiente personalidad como para demostrar su valía y su sensibilidad al mismo tiempo que abren los ojos hacia la realidad exterior. Los lazos sentimentales que ambos van creando a su vez con Tulio y Perla están bien trazados, y podemos apreciar una perspicaz química entre ellos, más allá del previsible resultado de estos vínculos. En esta ocasión hay que reconocer que la habilidad del estudio para generar personajes secundarios atractivos no está a la altura de las expectativas. Ni los pájaros de ciudad, Nico y Pedro, ni el tucán Rafael, ni el bulldog Luis resultan especialmente memorables. Tampoco los villanos pasarán a la historia del cine (aunque en el caso de la cacatúa Nigel, se consigue el carácter ambiguo, entre cómico y siniestro, que buscaba el director). Sin embargo, lo contrario pasa con las dos parejas protagonistas. Pese a sus deficiencias, la película se sostiene gracias a las relaciones cruzadas que se establecen entre los dos humanos y los dos guacamayos azules.
Fieles a la idea del estudio de aportar algo al mero entretenimiento de sus películas, los autores del guión, el director y el guionista Don Rhymer, han querido aportar también algo de gravedad a la historia con su mensaje ecologista y las referencias a la cara más desfavorecida de Brasil. Esto último queda patente principalmente en el personaje de Fernando, un niño de las chabolas, quien, pese a sus buenos sentimientos, su situación social le he llevado a tomar el camino equivocado. Nada de esto sobre pasa los límites permitidos para una producción de estas características, quedando meramente apuntado en la trama (al fin y al cabo, se trata de una película de animación para todos los públicos y no “Estación Central de Brasil”), pero ayuda también a aportar una dimensión diferente a la historia, recordando a los espectadores que Río de Janerio es algo más que su carnaval, y que tras las lentejuelas, el colorido y el baile hay una realidad social llena de injustos contrastes.
La película también gana en cuanto a técnica con respecto a los anteriores trabajos del estudio. Ya en el excelente prólogo musical, el director nos deja entrever las posibilidades cromáticas y rítmicas de la película. Sin embargo, será con el desarrollo de la trama que la riqueza de texturas y colores de los personajes y su entorno va ganando protagonismo, abriendo una llamativa cola de pavo real en la media hora final, donde la deslumbrante representación del carnaval de Río de Janeiro (optimizada gracias al uso del 3D) descubre el verdadero espectáculo de la película.
Como es habitual en los trabajos de Blue Sky, “Río” es una película de consumo ligero, pensada para entretener a su público durante hora y media y de paso aprovechar ese tiempo para inculcar en los más pequeños algunas enseñanzas y valores. Afortunadamente, dentro de sus modestas aspiraciones, existen puntos a resaltar, como la mejoría en el apartado técnico con respecto a trabajos previos del estudio, o una interesante construcción de personajes principales, lo que hace que sea una película muy disfrutable y entretenida.
CONCLUSIÓN
Blue Sky persevera en su continuidad como estudio de animación, conocedores de que tal vez no sean los más celebrados, pero que con su trabajo se han ganado el tercer puesto en el triunvirato de empresas dedicada a este medio en Hollywood, superadas sólo por Pixar/Disney y Dreamworks. Eso sí, guarda un as en la manga que distingue a Blue Sky de sus competidores, y es la buena salud de la que goza su principal franquicia. Mientras Pixar y Dreamworks han decidido clausurar sus series de “Toy Story” y “Shrek” (la primera por decisión propia del estudio, la segunda por cada vez menor calidad y rentabilidad económica), en la actualidad se encuentra en postproducción “Ice Age. Continental Drift”, sin visos de conclusión para las rentables aventuras de Manny, Diego, Sid y Scrat.
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