jueves, 14 de abril de 2011

Nunca te rindas

La virtud, como el arte, se consagra constantemente a lo que es difícil de hacer, y cuanto más dura es la tarea, más brillante es el éxito.


Nunca, nunca, nunca te rindas

Winston Churchill, quien tenía muy claro por su propia historia de vida que el éxito no es más que una suma de fracasos bien aprovechados (experiencia que le dicen), habló una vez en una ceremonia de graduación universitaria, pronunciando el discurso más corto pero más substancioso de su vida cuando repitió tres veces: NEVER GIVE UP, NEVER GIVE UP, NEVER GIVE UP.

Nunca rendirse ante la adversidad, esa es la lección que nos enseñan muchos grandes hombres cuyas memorias hoy honramos.

Como bien señalaba John Keats (poeta inglés) , "en cierto sentido el fracaso es el camino al éxito, ya que cada descubrimiento de lo que es falso nos lleva a buscar con ansias lo que es verdadero, y cada nueva experiencia nos señala alguna forma de error que más adelante evitaremos con sumo cuidado".

Probablemente , no sepas que :

A Louisa M Alcott, autora de "mujercitas", su familia le dijo que buscara trabajo como sirvienta o costurera.

Beethoven manejaba el violín torpemente, y prefería tocar sus propias composiciones en lugar de mejorar sus técnicas. Su maestro dijo que no tenía esperanza alguna como compositor.

A Walt Disney lo despidió el editor de un periódico por falta de ideas. También fue a la bancarrota varias veces antes de construir Disneyword.

Los maestros de Thomas A Edison dijeron que era demasiado estúpido para aprender algo.

Albert Einstein no habló hasta que tenía cuatro años de edad y no leyó hasta que tenía siete. Su maestro lo definió como mentalmente lento, insociable y perdido en sus sueños tontos. Lo expulsaron del colegio.

Isaac Newton tuvo un pobre desempeño en la escuela primaria.

Henry Ford falló y fue a la quiebra cinco veces antes de triunfar en los negocios.

Y por último, debo decirles que el mismo Winston Churchill, entre otras cosas, perdió el sexto grado y recién llegó a ser primer ministro de Inglaterra cuando contaba con sesenta y dos años, luego de una vida de fracasos y retrocesos.

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