El reportaje interpretativo tiene como finalidad construir y verificar una hipótesis sobre el sentido de un suceso y dar cuenta de ello a un público objetivo específico a través de un medio particular (lo que implica usar un lenguaje [construcción semiótica] concordante con los recursos expresivos del medio y con las peculiaridades del público; en el caso de la prensa escrita se trata del uso de toda la fuerza expresiva [literaria] de la palabra).
Un reportaje se puede definir como el abordaje en profundidad, de manera analítica y desde distintos ángulos de un asunto con valor periodístico[1] que se pretende comprender en toda su complejidad (antecedentes, contexto, consecuencias), y del que interesa descubrir su sentido, tanto para el periodista y el medio, como principalmente para el público al que va dirigido.
En el reportaje se persigue tratar los acontecimientos como "hechos significantes" (si se quiere fact-semas) que tienen un significado particular, inmediato (dimensión semántica del fact-sema), pero sobre todo un sentido (dimensión pragmática).
El reportaje interpretativo tiene como finalidad construir y verificar una hipótesis sobre el sentido de un suceso y dar cuenta de ello a un público objetivo específico a través de un medio particular (lo que implica usar un lenguaje [construcción semiótica] concordante con los recursos expresivos del medio y con las peculiaridades del público; en el caso de la prensa escrita se trata del uso de toda la fuerza expresiva [literaria] de la palabra).
Un reportaje se puede definir como el abordaje en profundidad, de manera analítica y desde distintos ángulos de un asunto con valor periodístico[1] que se pretende comprender en toda su complejidad (antecedentes, contexto, consecuencias), y del que interesa descubrir su sentido, tanto para el periodista y el medio, como principalmente para el público al que va dirigido.
En el reportaje se persigue tratar los acontecimientos como "hechos significantes" (s
[1] El valor periodístico de un suceso, conforme con la teoría de la información, no es absoluto (ni neutral) sino relativo al conocimiento, estrategia y valor en juego tanto del emisor como del receptor. Como relativo al conocimiento se mide por el grado de probabilidad que el mensaje tiene para el receptor (por el grado de incertidumbre que resuelve). Como relativo a la estrategia, se mide por su pertinencia (funcionalidad) instrumental tanto a la del emisor como a la del receptor. Como relativo al valor en juego se mide por sus efectos para uno y para otro. No es por lo tanto el valor periodistico propio de un acontecimiento, sino del discurso cognitivo-estratégico que se construye a propósito de ese acontecimiento.
Hacia una metodología del reportaje interpretativo
Para este efecto, entendemos los "sucesos" como fact-semas (unidades factuales de sentido mínimas, equivalentes en otro orden a morfemas, fonemas o lexemas), con capacidad de articularse con otros fact-semas (del presente, pasado y futuro) y que pueden ser leídos (interpretados), de modo semejante como se hace en el análisis de contenido, descubriendo su significado latente.
Entendemos entonces por "sentido de un suceso" no su significado directo, manifiesto e inmediato (semántico), sino aquel latente que resulta de su "puesta en relación" (pragmático).
Así, el proceso de interpretación se entiende como la "puesta en relación" de un acontecimiento con valor noticioso, con su pasado (conjunto de hechos que constituyen sus antecedentes), con su presente (conjunto de hechos que constituyen su contexto) y con su futuro (conjunto de hechos que resultarían de él, es decir, su probabilidad de impacto o consecuencias, sean estas deseadas o no), puesta en relación de la que, por inferencia, se obtienen una o varias conclusiones. La conclusión resultante es una tesis, una afirmación, a la que podemos llamar resultado de la interpretación, y que consiste en el "sentido" del acontecimiento.
Ejemplo: Una conferencia de prensa del Ministro de Información irakí en el techo del hotel donde se alojan los corresponsales extranjeros, en medio de un ambiente de destrucción, detonaciones, humaredas, de periodistas con chalecos antibalas, etc., tiene un significado inmediato (semántico): conferencia de prensa en medio de la guerra. Pero si se agregan antecedentes: hay avance anglo-estadounidense sobre Bagdad, las anteriores conferencias de prensa eran en el Ministerio de Información, ordenadas y adecuadamente producidas; y datos de contexto: todo el entorno está bombardeado, las tropas defensoras en acciones desesperadas y en retroceso, podemos sacar una conclusión sobre el sentido (significado de contexto, o pragmático): el régimen de Saddam Hussein está a punto de colapsar.
El sentido es por lo tanto un fenómeno diferente del suceso a partir del cual se infiere, pero que emana del análisis de sus antecedentes (hechos históricos: el pasado como referente), de su contexto (referente: otros hechos del presente) y de sus posibles consecuencias (referente: hechos probables de ocurrir en el futuro).
Para construir el “sentido” es preciso además identificar el valor de uso de la información que se está construyendo:
(a) qué aporta [o cómo impacta positiva o negantivamente] ésta en cuanto a reducción de incertidumbre (considerar su función de vigilancia: y para ello identificar amenazas y oportunidades en el entorno para el sujeto usuario de la información (emisor y/o destinatario), fortalezas y debilidades del propio sujeto usuario ante tales amenazas y oportunidades. Tal análisis, en relación con la construcción y desarrollo de la identidad y de relaciones de control e intercambio con el entorno del sujeto usuario;
(b) qué aporta [o cómo impacta positiva o negantivamente] en cuanto a la función de correlación, de cohesión del grupo [sociedad, clase, sector] usuario; y
(c) qué aporta [o cómo impacta positiva o negantivamente] en cuanto a la función de transmisión de cultura [normas, valores, creencias, ideas, actitudes, etc.] del grupo al que pertenecen los usuarios.
En suma, el valor de uso de la información tiene que ver con su pertinencia a la estrategia del usuario y su funcionalidad al valor en juego (objetivo o producto estratégico) para éste. Todo ello implica más que la mera probabilidad de ocurrencia del suceso (uno entre N eventos), también medir su probabilidad y calidad de aporte a la función de vigilancia, a la de correlación y a la de transmisión de cultura, para lo que se requiere identificar las variables y los indicadores necesarios para medir su comportamiento[2].
El sentido puede ser una hipótesis predictiva (referirse a un probable fenómeno futuro); puede ser una hipótesis histórica (referirse a un probable fenómeno del pasado); puede ser una hipótesis sobre tramas ocultas en el presente (acciones clandestinas y conspirativas de grupos de poder; campañas propagandísticas secretas, como las operaciones de la guerra psicológica; tráfico de influencias en la economía o la política, etc.).
La interpretación que elaboremos (el conocimiento del acontecer) es necesariamente una aproximación, algo provisorio, y que una nueva investigación podría modificar.
En ese entendido, el reportaje supone un diseño planificación y ejecución de la investigación que se realizará, conforme a las normas del llamado método científico, pero no según el paradigma clásico, como reglas válidas para la comprensión total y absoluta de lo real (en ese sentido no positivista, porque no se da por supuesta la independencia del objeto respecto del sujeto que lo "observa", que, más bien, lo experimenta "en relación"), sino como un modo de acercamiento a la realidad relativa y borrosa, difusa y aparentemente "externa", lo que puede garantizar una mayor certeza y eficacia en la relación del sujeto-usuario con el entorno (valor de uso).
Entre las particularidades de la investigación periodística reportajista está el trabajo de campo, la participación personal del profesional en el proceso de conocimiento, no trabajando sólo con fuentes documentales primarias y secundarias, sino además con testimonios de protagonistas y testigos, con opiniones de diversos participantes y observadores, con su propia experiencia en lo posible, en la tarea de recopilar datos.
En su investigación el reportajista —además de la rigurosa recopilación de datos empíricos, e imágenes, sonidos, olores, sabores, texturas—, deberá acumular todo tipo de datos sensoriales para realizar descripciones, crear atmósfera, diálogos realistas, escenas, imprimir a su texto un tono emotivo; no sólo capturar la atención sino además la emoción del lector o destinatario, y, en lo posible, provocar su acción transformadora del entorno según sus intereses.
También deberá tener en cuenta —desde la teoría de la información— que no existe información inocente, por lo que ha de suponer en las fuentes una estrategia comunicacional consciente o inconsciente; un objeto-valor en juego. Para ello, se recomienda, durante el proceso de investigación, realizar un perfil crítico de las fuentes para identificar previamente cuál es su interés en el asunto y no caer en la trampa de ser funcional a ellas.
(Todos estos y otros aspectos, irán siendo produndizados en los siguientes capìtulos, sin perjuicio de irlos profundizando y corrigiendo mientras se desarrollen las clases, la reflexiòn, la experiencia y no esté la primera edición impresa)
[2] Se puede buscar aproximaciones de solución en la Teoría de las Catástrofes (modelos matemáticos que posibilitan medir el riesgo de cambios aparentemente inesperados identificando las variables claves y su articulación) y en la Teoría del Caos, que permite aproximarse al conocimiento de los sistemas complejos, como lo son los sistemas sociales. Implica también conocer y aplicar la Teoría de Sistemas y la Teoría de las Probabilidades, así como diversas metodologías de la Prospectiva.
Bibliografía recomendada:
-Gilberto Giménez, Poder, estado y discurso. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1989.
-Thomas Hardy y Richard Jackson, Aprendizaje y Cognición, Pearson-Prentice Hall, Madrid 1998.
-Teun A. van Dijk, Ideología, Gedisa, Barcelona, 1999.
-Humberto Eco, Obra Abierta, Planeta-Agostini, Barcelona, 1984.
-Robert Escarpit, Teoría de la Información y Práctica Política, F.C.E., México 1983
Un reportaje se puede definir como el abordaje en profundidad, de manera analítica y desde distintos ángulos de un asunto con valor periodístico[1] que se pretende comprender en toda su complejidad (antecedentes, contexto, consecuencias), y del que interesa descubrir su sentido, tanto para el periodista y el medio, como principalmente para el público al que va dirigido.
En el reportaje se persigue tratar los acontecimientos como "hechos significantes" (si se quiere fact-semas) que tienen un significado particular, inmediato (dimensión semántica del fact-sema), pero sobre todo un sentido (dimensión pragmática).
El reportaje interpretativo tiene como finalidad construir y verificar una hipótesis sobre el sentido de un suceso y dar cuenta de ello a un público objetivo específico a través de un medio particular (lo que implica usar un lenguaje [construcción semiótica] concordante con los recursos expresivos del medio y con las peculiaridades del público; en el caso de la prensa escrita se trata del uso de toda la fuerza expresiva [literaria] de la palabra).
Un reportaje se puede definir como el abordaje en profundidad, de manera analítica y desde distintos ángulos de un asunto con valor periodístico[1] que se pretende comprender en toda su complejidad (antecedentes, contexto, consecuencias), y del que interesa descubrir su sentido, tanto para el periodista y el medio, como principalmente para el público al que va dirigido.
En el reportaje se persigue tratar los acontecimientos como "hechos significantes" (s
[1] El valor periodístico de un suceso, conforme con la teoría de la información, no es absoluto (ni neutral) sino relativo al conocimiento, estrategia y valor en juego tanto del emisor como del receptor. Como relativo al conocimiento se mide por el grado de probabilidad que el mensaje tiene para el receptor (por el grado de incertidumbre que resuelve). Como relativo a la estrategia, se mide por su pertinencia (funcionalidad) instrumental tanto a la del emisor como a la del receptor. Como relativo al valor en juego se mide por sus efectos para uno y para otro. No es por lo tanto el valor periodistico propio de un acontecimiento, sino del discurso cognitivo-estratégico que se construye a propósito de ese acontecimiento.
Hacia una metodología del reportaje interpretativo
Para este efecto, entendemos los "sucesos" como fact-semas (unidades factuales de sentido mínimas, equivalentes en otro orden a morfemas, fonemas o lexemas), con capacidad de articularse con otros fact-semas (del presente, pasado y futuro) y que pueden ser leídos (interpretados), de modo semejante como se hace en el análisis de contenido, descubriendo su significado latente.
Entendemos entonces por "sentido de un suceso" no su significado directo, manifiesto e inmediato (semántico), sino aquel latente que resulta de su "puesta en relación" (pragmático).
Así, el proceso de interpretación se entiende como la "puesta en relación" de un acontecimiento con valor noticioso, con su pasado (conjunto de hechos que constituyen sus antecedentes), con su presente (conjunto de hechos que constituyen su contexto) y con su futuro (conjunto de hechos que resultarían de él, es decir, su probabilidad de impacto o consecuencias, sean estas deseadas o no), puesta en relación de la que, por inferencia, se obtienen una o varias conclusiones. La conclusión resultante es una tesis, una afirmación, a la que podemos llamar resultado de la interpretación, y que consiste en el "sentido" del acontecimiento.
Ejemplo: Una conferencia de prensa del Ministro de Información irakí en el techo del hotel donde se alojan los corresponsales extranjeros, en medio de un ambiente de destrucción, detonaciones, humaredas, de periodistas con chalecos antibalas, etc., tiene un significado inmediato (semántico): conferencia de prensa en medio de la guerra. Pero si se agregan antecedentes: hay avance anglo-estadounidense sobre Bagdad, las anteriores conferencias de prensa eran en el Ministerio de Información, ordenadas y adecuadamente producidas; y datos de contexto: todo el entorno está bombardeado, las tropas defensoras en acciones desesperadas y en retroceso, podemos sacar una conclusión sobre el sentido (significado de contexto, o pragmático): el régimen de Saddam Hussein está a punto de colapsar.
El sentido es por lo tanto un fenómeno diferente del suceso a partir del cual se infiere, pero que emana del análisis de sus antecedentes (hechos históricos: el pasado como referente), de su contexto (referente: otros hechos del presente) y de sus posibles consecuencias (referente: hechos probables de ocurrir en el futuro).
Para construir el “sentido” es preciso además identificar el valor de uso de la información que se está construyendo:
(a) qué aporta [o cómo impacta positiva o negantivamente] ésta en cuanto a reducción de incertidumbre (considerar su función de vigilancia: y para ello identificar amenazas y oportunidades en el entorno para el sujeto usuario de la información (emisor y/o destinatario), fortalezas y debilidades del propio sujeto usuario ante tales amenazas y oportunidades. Tal análisis, en relación con la construcción y desarrollo de la identidad y de relaciones de control e intercambio con el entorno del sujeto usuario;
(b) qué aporta [o cómo impacta positiva o negantivamente] en cuanto a la función de correlación, de cohesión del grupo [sociedad, clase, sector] usuario; y
(c) qué aporta [o cómo impacta positiva o negantivamente] en cuanto a la función de transmisión de cultura [normas, valores, creencias, ideas, actitudes, etc.] del grupo al que pertenecen los usuarios.
En suma, el valor de uso de la información tiene que ver con su pertinencia a la estrategia del usuario y su funcionalidad al valor en juego (objetivo o producto estratégico) para éste. Todo ello implica más que la mera probabilidad de ocurrencia del suceso (uno entre N eventos), también medir su probabilidad y calidad de aporte a la función de vigilancia, a la de correlación y a la de transmisión de cultura, para lo que se requiere identificar las variables y los indicadores necesarios para medir su comportamiento[2].
El sentido puede ser una hipótesis predictiva (referirse a un probable fenómeno futuro); puede ser una hipótesis histórica (referirse a un probable fenómeno del pasado); puede ser una hipótesis sobre tramas ocultas en el presente (acciones clandestinas y conspirativas de grupos de poder; campañas propagandísticas secretas, como las operaciones de la guerra psicológica; tráfico de influencias en la economía o la política, etc.).
La interpretación que elaboremos (el conocimiento del acontecer) es necesariamente una aproximación, algo provisorio, y que una nueva investigación podría modificar.
En ese entendido, el reportaje supone un diseño planificación y ejecución de la investigación que se realizará, conforme a las normas del llamado método científico, pero no según el paradigma clásico, como reglas válidas para la comprensión total y absoluta de lo real (en ese sentido no positivista, porque no se da por supuesta la independencia del objeto respecto del sujeto que lo "observa", que, más bien, lo experimenta "en relación"), sino como un modo de acercamiento a la realidad relativa y borrosa, difusa y aparentemente "externa", lo que puede garantizar una mayor certeza y eficacia en la relación del sujeto-usuario con el entorno (valor de uso).
Entre las particularidades de la investigación periodística reportajista está el trabajo de campo, la participación personal del profesional en el proceso de conocimiento, no trabajando sólo con fuentes documentales primarias y secundarias, sino además con testimonios de protagonistas y testigos, con opiniones de diversos participantes y observadores, con su propia experiencia en lo posible, en la tarea de recopilar datos.
En su investigación el reportajista —además de la rigurosa recopilación de datos empíricos, e imágenes, sonidos, olores, sabores, texturas—, deberá acumular todo tipo de datos sensoriales para realizar descripciones, crear atmósfera, diálogos realistas, escenas, imprimir a su texto un tono emotivo; no sólo capturar la atención sino además la emoción del lector o destinatario, y, en lo posible, provocar su acción transformadora del entorno según sus intereses.
También deberá tener en cuenta —desde la teoría de la información— que no existe información inocente, por lo que ha de suponer en las fuentes una estrategia comunicacional consciente o inconsciente; un objeto-valor en juego. Para ello, se recomienda, durante el proceso de investigación, realizar un perfil crítico de las fuentes para identificar previamente cuál es su interés en el asunto y no caer en la trampa de ser funcional a ellas.
(Todos estos y otros aspectos, irán siendo produndizados en los siguientes capìtulos, sin perjuicio de irlos profundizando y corrigiendo mientras se desarrollen las clases, la reflexiòn, la experiencia y no esté la primera edición impresa)
[2] Se puede buscar aproximaciones de solución en la Teoría de las Catástrofes (modelos matemáticos que posibilitan medir el riesgo de cambios aparentemente inesperados identificando las variables claves y su articulación) y en la Teoría del Caos, que permite aproximarse al conocimiento de los sistemas complejos, como lo son los sistemas sociales. Implica también conocer y aplicar la Teoría de Sistemas y la Teoría de las Probabilidades, así como diversas metodologías de la Prospectiva.
Bibliografía recomendada:
-Gilberto Giménez, Poder, estado y discurso. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1989.
-Thomas Hardy y Richard Jackson, Aprendizaje y Cognición, Pearson-Prentice Hall, Madrid 1998.
-Teun A. van Dijk, Ideología, Gedisa, Barcelona, 1999.
-Humberto Eco, Obra Abierta, Planeta-Agostini, Barcelona, 1984.
-Robert Escarpit, Teoría de la Información y Práctica Política, F.C.E., México 1983
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